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El Rayo perdió (3-1) y se clasificó gracias a un gol de Lass en el segundo tiempo

A octavos, sin fútbol

Los vallecanos hicieron una penosa primera mitad y mejoraron en la segunda

Escrito por Miércoles, 16 Diciembre 2015

    El Rayo Vallecano consiguió avanzar a octavos de final de la Copa tras caer (3-1) en Getafe en un pésimo partido de los franjirrojos.


    Ficha técnica:

    Getafe (3): Megyeri, Vergini (A), Cala (A), Alvaro, Yoda, Pedro Léon (A), Bernar, Víctor R., Damián (A), Moi Gómez y J. Rodríguez.

    Rayo Vallecano (1): Juan Carlos, Quini (A), Dorado, Llorente, Chengdong (Tito, minuto 82) (A), Jozabed, Baena, Embarba, Lass (Trashorras, minuto 63), Pablo Hernández (A) y Miku (Manucho, minuto 53).

    Arbitro: Martínez Munuera.

    Goles: 1-0. Minuto 7. Pedro León; 2-0. Minuto 22. Bergini; 3-0. Minuto 30. Alvaro.


    Pocas veces un pase a octavos de Copa del Rey vino precedido de tanta desazón y malestar, pocas veces una eliminatoria superada dejó tras de sí tanto sinsabor y desasosiego, pero hoy ocurrió. El Rayo terminó por finiquitar su cruce con el Getafe, pero lo hizo de la peor manera posible, es decir, a pesar de su juego. Porque el partido de esta noche fue, sobre todo en la primera mitad, un cúmulo de despropósitos y un claro ejemplo de las penurias futbolísticas que en determinados momentos ofrece este equipo. Que el Getafe en cuatro disparos a puerta hiciera tres goles y medio, es grave, muy grave, y tiene demasiados culpables.

    Paco Jémez, según lo anunciado, rotó en la portería y dio la alternativa a un Juan Carlos que lo empieza a tener complicado. El alcarreño estuvo muy flojo, siendo el principio y el final de los males de un Rayo sin espíritu que fue ninguneado por un Getafe mucho más enchufado y con ganas de darle la vuelta a la eliminatoria. Como compañeros de viaje del cancerbero, el técnico se decantó por Dorado y Llorente en el centro de la defensa y por Quini y Chengdong en los laterales. Dorado estuvo mal y Llorente, para lo que en él es habitual, demasiado fallón. Con Quini haciendo lo que podía y el jugador chino desubicado, perdido y abriendo el carril para las llegadas azulonas, el resultado se veía venir. 

    El primer remate a portería fue gol, anulado por fuera de juego. El segundo, el tercero y el cuarto siguieron el mismo camino, totalmente legales. El Rayo, en apenas media hora, había dilapidado la estupenda renta conseguida en la ida. Pero eso no era lo peor. El equipo estaba descabezado, el centro del campo no existía ni en la creación con Jozabed ni en la destrucción con Baena, los extremos (Lass y Embarba) no superaban nunca o casi nunca a sus parejas defensivas, mientras Pablo deambulaba por el campo en la media punta y Miku se estrellaba contra su propia falta de calidad.

    Entre tanto, Jémez se desesperaba en la banda. Gritaba, gesticulaba, miraba al banquillo buscando una explicación a tal desaguisado. Tampoco encontró consuelo.

    Tras el descanso, y con todo perdido por actitud, fútbol y falta de coraje, el equipo franjirrojo pareció reaccionar y, aunque sin grandes alardes ni alegrías, cambió de cara y jugó a algo. La entrada de Manucho tuvo dos lecturas positivas, una, que ofreció alternativas desconocidas hasta ese momento y otra, que dejó fuera a Miku. La incorporación de Trashorras sirvió para que el balón ya no fuera coto privado de los locales, mientras que la posterior de Tito obligó a los azulones a buscar otras opciones que ya no eran las de superar a Chengdong en el lateral. Otra de las notas negativas del desarrollo del juego fue que Joni Montiel, que iba a debutar esta noche, tendrá que esperar a una nueva oportunidad. El mal juego del equipo y los problemas físicos del lateral chino impidieron que el joven vallecano se estrenara.

    Con el cambio de cromos y con las opciones ofensivas que ofrece la imponente figura de Manucho, el Rayo encontró el camino que no había buscado hasta ese momento Los lanzamientos largos "peinados" por el angoleño fueron el mejor aliciente atacante de un conjunto franjirrojo que encontró el pase a octavos en un remate de Lass tras pelea de Manucho. El 3-1, tras la ventaja de 2-0 de Vallecas metía al Rayo en octavos y apeaba al Getafe de una competición en la que había luchado hasta el final y de la que el conjunto azulón sale reforzado y el vallecano, pese a avanzar una ronda, totalmente debilitado y con sensaciones agridulces.

    La nota positiva de la noche, una vez más, llegó desde la grada, donde la afición de Vallecas no dejó a los suyos desfallecer un segundo, logrando un pase que merecieron más los aficionados que el propio equipo. El domingo toca visitar el Bernabéu y después recibir al Atlético de Madrid... y ya lo han dicho los que saben de esto: "Jugando así...", en fin. El domingo será otra historia. De momento, el Rayo a octavos y el Getafe eliminado.

     

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