Nadie podría decir que son dos almas gemelas, que uno sin el otro quizá fuera algo menos de lo que es, que sus personalidades son totalmente complementarias y que se necesitan. Quizá nadie lo pueda afirmar, pero no creo que nadie se atreva a negarlo con rotundidad. Lo que sí parece evidente es que Vallecas les necesita y les quiere por partes iguales. Ayer volvió a quedar claro. Las palabras de aliento para el capitán en San Sebastián, su imagen junto a la afición tras perder el partido que condenaba al equipo a Segunda División, se quedaron cortas comparadas con lo sucedido a la conclusión del choque con el Levante. Las lágrimas de Trashorras, el orgullo señalando el escudo de "su" Rayo y la rabia e impotencia por no haber logrado la permanencia, son el fiel reflejo de lo que Vallecas ha significado para este gallego que se ha convertido en el 'buque insignia' del rayismo en los últimos tiempos. Trashorras tiene contrato y Trashorras defenderá al Rayo en Segunda División. Su objetivo: devolver al equipo a la máxima categoría.

Junto a él estuvo siempre el hombre que le puso de ejemplo, que le marcó como referencia y que ayer salió del Estadio de Vallecas vitoreado y aclamado por la afición del Rayo. Paco Jémez no ha conseguido que el equipo se salve pero, a cambio, ha logrado que su gente sepa apreciar su gusto por el buen fútbol. "Paco quédate" le gritaron decenas de seguidores en las puertas del estadio. Todo un ejemplo. Su futuro, en el aire.