Segunda decepción consecutiva del Rayo, segunda oportunidad perdida, segunda ocasión en la que un equipo a punto de ascender a Primera se ve sorprendido por uno que lucha por no descender a Segunda B. El conjunto de Vallecas se marcó una primera parte lamentable, de principio a fin, sin actitud, sin fútbol, sin compromiso, parecían anestesiados, como si la fiesta que se vivía en el Estadio de Santo Domingo no fuera con ellos. Y, todo lo contrario, la fiesta en Alcorcón tenía color franjirrojo y la había montado una afición que tenía ganas de volver a Vallecas con tres puntos y un ascenso en el bolsillo para celebrarlo camino de la fuente de la Asamblea.

El partido ya empezó mal. La inocencia vallecana sería rápidamente aprovechada por un Alcorcón intenso, aguerrido y ofensivo que no tuvo problemas para ponerse por delante en el marcador antes de los diez minutos de choque. Trejo no se parecía en nada al líder en silencio que suele ser, Embarba se dio un par de carreras para intentar meter algo de tensión al choque, Comesaña ni estaba ni se le esperaba y así uno tras otro los once integrantes de un Rayo que parecía tener cumplidos todos sus objetivos y no necesitaba gastar un gramo de sudor.

Pese a la nefasta primera mitad que se marcó el equipo de Míchel, los vallecanos consiguieron seguir en el partido. Nadie se explicaba lo que sucedía. El Rayo no atacaba, apenas inquietaba al Alcorcón y poco más. Entre tanto, los alfareros perdían por el camino a su portero titular, Casto, que en un salto con Raúl de Tomás dio el susto de la tarde. Conmocionado debía dejar su sitio para un Dani Jiménez que, sin esperarlo, se convertiría en protagonista del choque.

Antes del descanso, un penalti cometido sobre Comesaña y lanzado por De Tomás ahondaría mucho más la herida de un Rayo indolente e irreconocible. El ariete vallecano lanzó la pena máxima, pero no consiguió engañar a Dani Jiménez y el Rayo se fue al descanso deprimido, decepcionado, tocado y casi hundido.

En la segunda mitad, el Rayo cambió su imagen, dominó el juego y llegó con más asiduidad a las inmediaciones del área, pero terminaría convirtiéndose en un juguete roto en las manos de un niño travieso, muy travieso. Los alfareros lograron ampliar la renta con un penalti por manos que subía el 2-0 al marcador, tras el rechace inicial, finiquitando la resistencia de un Rayo que seguía naufragando estrepitosamente ante un Alcorcón que no tuvo piedad. Los alfareros aprovecharon que el equipo de Míchel se descubrió atrás, quitando a Baiano y dando entrada a Elustondo para conformar una defensa de tres que fue muy castigada por su rival. El tercero y el cuarto de la tarde no hicieron más que dejar en evidencia a un Rayo que se daba un batacazo de primera en su intento por el ascenso directo.

Los vallecanos siguen teniendo dos oportunidades para lograrlo, las mismas que han dejado escapar ante Córdoba y Alcorcón.