Editorial. Ya empezamos a oir la palabra fatídica, esa que suele aparecer en los malos momentos, esa que uno espera vivir cuando se deciden las cosas, cuando los campeonatos están avanzados y uno tiene que demostrar que el trabajo realizado puede dar sus frutos. Oir hablar a día de hoy de la primera final para el Rayo después de trece jornadas de liga es tan raro como real. Porque sí, es una final y no lo es solo para el Rayo, lo es principalmente para quien utilizó este vocablo en la rueda de prensa del pasado sábado en Mestalla: Míchel.

El técnico se la juega y ahora sí, ya parece que de manera definitiva. Salvar los muebles con dos actuaciones más que aceptables frente a Barcelona y Villarreal, aunque solo sumara un punto, le dieron el crédito suficiente como para afrontar estos dos partidos. El primero en Mestalla le restó fuerza, porque el equipo no estuvo al nivel esperado, y el del viernes será la constatación definitiva de si Presa pierde definitivamente la paciencia y toma la decisión frenada principalmente porque la precipitación solo puede llevar a desastre. Todo lo que no sea derrotar al Eibar el viernes tiene pinta que acabará con Míchel fuera del banquillo.

Mantengo que sería una pena y un desastre que el Rayo cambiara a estas alturas de director de orquesta. Mantengo, porque lo creo totalmente, que Míchel es capaz de sacar esto adelante. Mantengo que el Rayo tiene mimbres para estar fuera de donde está. Pero no puedo obviar la realidad. Siete puntos a estas alturas y haber perdido con Leganés, Getafe y, esperemos que no, con Eibar (por muy buena temporada que puedan estar haciendo cualquiera de ellos) deja muy tocado al técnico.

Las críticas sobre sus planteamientos tácticos, sobre su falta de recursos para leer los partidos, sobre la reincidencia en las alineaciones y en los cambios le hacen un flaco favor al entrenador y al club, pero no puedo rebatirlas con datos. Puedo afirmar que el Rayo merecía mejores números por lo ofrecido en los partidos contra el At. Madrid, el Barcelona o el Villarreal, pero también debo reconocer que con la endeblez defensiva mostrada en cada partido y con la falta de generación de peligro por lo visto en Mestalla, el Rayo no puede salvarse.

El viernes el Rayo necesita a todos, el Rayo necesita a su gente, el Rayo necesita el apoyo de Vallecas. Más allá del entrenador que se siente en el banquillo a partir de ese día, el Rayo necesita a su grada para derrotar a un Eibar que llega a Vallecas con el pecho hinchado tras vencer claramente al Real Madrid este fin de semana.

El Rayo se juega los cuartos con el Eibar, otra vez el Eibar en nuestro camino… el viernes jugamos la primera final de la temporada y la jugamos todos. ¿Te la vas a perder?

(Editorial que puedes escuchar en el EN CLAVE DE FRANJA 15 de PxR Radio).