El Rayo Vallecano empieza una nueva liga. Una liga de diez partidos, de diez finales, de diez oportunidades para arreglar lo que no ha sido capaz de conseguir en lo que llevamos de campeonato. Y lo hace con un nuevo jefe de todo, con un viejo conocido que viene para enderezar el rumbo de un barco a la deriva que espera llegar a buen puerto en el corto espacio de tiempo que tiene por delante. El primer paso será hacer buena una de esas máximas del fútbol que no siempre se cumplen, aquello de "entrenador nuevo, victoria segura". Para conseguirlo, Paco Jémez ha metido una carga extra de trabajo a su equipo. Las dobles sesiones de entrenamiento han sido las protagonistas de dos semanas de trabajo que debían servir para afianzar nuevos, o viejos, conceptos, pero sobre todo para refrescar la mente y para entender que lo que ha pasado hasta el momento sirve para poco y lo realmente importante está por llegar.

Enfrente, un Betis con Quique Setién en el banquillo y con jugadores como Canales o Lo Celso, que reivindican el gusto por el toque y el buen trato de balón, el juego ofensivo y alegre y la posesión. Exactamente los mismos objetivos que persiguen los equipos de Jémez. Los verdiblancos llegan a Vallecas 'quejosos' por la hora de disputa del choque (Domingo, 14 horas), algo que gusta a pocos, y con la vista en el sexto lugar de la tabla que volvería a otorgarles billete europeo una temporada más. Los verdiblancos parten esta jornada con cuatro puntos de desventaja sobre sus vecinos sevillistas tras perder en casa con el Barcelona la última jornada. Lejos de Sevilla vencieron en Valladolid y Vigo, ayudando indirectamente al Rayo y mañana intentarán refrendar sus opciones europeas a costa de los franjirrojos.

En los de Vallecas, la vuelta de Jémez ha significado, más allá de una carga extra de trabajo, la sensación de frescura e ilusión que parecía perdida en los últimos partidos con Míchel. Ahora toca reflejar esta sensación de los entrenamientos en la competición real. Lo más importante pasará por ver la reacción del equipo ante lo que Jémez explicaba con cuando "un equipo nos meta mano". Cada gol en contra ha supuesto una losa imposible de levantar para los franjirrojos, aunque habitualmente todo empezaba a torcerse mucho antes, incluso con un marcador favorable. Ahí está el margen de mejora de un equipo tocado anímicamente, que necesita una victoria para empezar a creer en sus complicadas opciones de salvación.

En lo meramente futbolístico destaca la vuelta de Kakuta, al que el club permitió un lavado de imagen con un video en el que el jugador pedía perdón y se comprometía a remar hasta final de temporada. Quizá un compromiso anterior hubiese venido mucho mejor, pero las cosas en Vallecas están como están. Imbula no podrá jugar por lesión, al tener fracturado un dedo de su mano derecha, y los habituales de grada como Javi Guerra, Agbo, Catena y Akieme, junto a Velázquez y Gálvez, volverán a ver el partido desde el frío cemento del Estadio de Vallecas.

La vuelta a la defensa de cuatro, ver al 'heredero' de Trashorras, comprobar si la 'locura' de Jémez sigue intacta y renovar la pasión ha llevado al rayismo a ilusionarse de nuevo con una victoria de los suyos. Mañana habrá lleno en Vallecas (se agotaron las entradas esta mañana) y la afición alentará a su Rayo para engancharle a esta liga que empieza ahora y que lo hará con entrenador nuevo y con ¿victoria segura?