Opinión. Se le veía feliz y contento allá por los meses de julio y agosto recogiendo copas de campeones de una división en la que no había disputado ni un solo minuto,

 

Después llegó el mes de septiembre y con el lío de las obras del estadio y la inseguridad percibida por muchos rayistas tuvo que hacer horas extras en los medios de comunicación. Pero creo que no le importó demasiado, porque su intención me pareció clara desde el principio: si el estadio hubiera sido de su propiedad nada de esto hubiera pasado. Y si no, siempre nos quedará Castellón. O tal vez Oklahoma.

 

Pero lo del estadio no acabó bien. A pocos meses de las elecciones, los políticos irrumpieron a la búsqueda del voto. Exigían responsabilidades y pedían que fuera a dar explicaciones a la casa de todos los madrileños: la Asamblea de la Comunidad de Madrid.

 

Había llegado el momento de 'hacerse baldosa'. O si lo preferís más finamente, utilizar la técnica de la tortuga. Raúl Martín Presa se ha refugiado desde ese momento en un caparazón de silencio total ante los medios, los políticos y quién sea que llame a su puerta con cualquier tema mínimamente peliagudo.

 

Miguel Ardanuy, diputado de la Asamblea y responsable de deportes, educación y alimentación, todavía está esperando acuse de recibo (ni siquiera ya una respuesta) de los tres correos electrónicos que le ha enviado pidiéndole una comparecencia en una comisión. Dentro del caparazón no hay conexión wi-fi.

 

Mientras el Rayo completa una de las peores primeras vueltas de su historia y el rayismo está más dividido que nunca (llegando incluso a faltar al respeto a un icono del club franjirrojo como Míchel), dentro del caparazón apenas llegan los lejanos ecos de los "Presa Vete Ya" que cada vez escasean más en el estadio.

 

Sin embargo, el 'run run' que ha provocado la reapertura del caso por los supuestos delitos de apropiación indebida y administración desleal, no hay caparazón que lo soporte ni parapeto en forma de Míchel, Cobeño o Luis Cembranos a quien desviar la atención.

 

La técnica de la tortuga no es infalible. Ayuda y protege, pero mientras estás dentro nunca sabes si al intentar salir te vas a encontrar todo patas arriba y sin poder moverte.