Cada vez que regreso a San Sebastián me invaden dos sentimientos tan contrapuestos como lógicos y reales. Uno no puede dejar de recordar, por doloroso que sea, aquel duro momento del partido fantasma en el que dos no querían y uno quiso menos con el resultado que todos sabemos. Por otro lado, cada paso dado por esta ciudad, cada conversación con sus gentes, cada minuto vivido cerca de este estadio significa un pedacito de felicidad difícil de explicar. 

Pero más allá de los sentimientos encontrados o las sensaciones vividas, hoy estoy aquí de nuevo para hablar de fútbol, de ese fútbol que el Mundial de la risa nos ha robado durante un mes, ese fútbol que tanto nos gusta y que ahora tenemos que vivir como si fuera Julio en pleno mes de Diciembre. Tras el periplo por tierras turcas y el trabajo diario, el Rayo regresaba a San Sebastián para enfrentarse a uno de esos rivales amables que nos gusta encontrar por el camino. 

El partido del 'Amigos para siempre' empezó con un tempranero gol local. Un buen pase al corazón del área sería aprovechado por Sorloth para poner en ventaja a los suyos ante la pasividad del portero (hoy Diego López) y la tranquilidad de la defensa. Apenas habían transcurrido siete minutos de amistad y los donostiarras ya saboreaban la alegría del gol.

Con el marcador en contra Comesaña quiso dirigir el fútbol del Rayo, con Oscar Valentín de guardaespaldas y con Nteka, Isi y Raúl de Tomás en fase ofensiva acompañado por un emergente y sorprendente Andrés Martín que ha recuperado su chispa y que está sorprendiendo en esta 'entre-temporada'. De Tomás, que volvió a ser titular, se encontró con la madera tras una vertiginosa contra que finalizó con el disparo del delantero al palo izquierdo. El ariete franjirrojo veía cómo se le negaba el gol en una gran oportunidad.

El partido estaba igualado, el Rayo jugaba buscando espacios y tocando bien el balón aunque sin encontrar el camino del gol hasta que un regalo "de amigo" del portero local iba a permitir a Nteka sentir la alegría que Sorloth vivió en el arranque del choque. El delantero franjirrojo, con Andrés Martín muy cerca, se aprovechó del error de Zubiaurre, que no atrapó el balón en un disparo lejano, para empatar el choque. Llegábamos al 26 y todo regresaba a la casilla de salida. El empate se mantuvo hasta el entretiempo.

Tras el descanso, Iraola movía el banquillo dando continuidad a la carga de trabajo de sus hombres y repartiendo minutos. Dimitrievski, Balliu, Trejo y Camello reemplazaban a Diego López, Mario Hernández, Nteka y Andrés Martín. Por su parte, el técnico local introducía once cambios para presentar un equipo totalmente remozado y fresco.

La segunda mitad arrancó con la Real Sociedad apretando y con el Rayo reculando, perdiendo metros y focalizándose en defender su área. El balón duraba poco en las botas de los jugadores del Rayo, que tardaron quince minutos prácticamente en cruzar la línea del medio del campo. No se sufría demasiado, salvo en dos remates que bien pudieron suponer el 2-1, pero tampoco se disfrutaba y eso era muy mala señal. El partido estaba totalmente volcado hacia la portería de Dimitrievski.

Las llegadas de la Real eran constantes por ambas bandas y David Silva se empeñaba en demostrar la calidad que atesora repartiendo juego a diestro y siniestro. Con tanta llegada era un milagro que todo siguiera igual. Un nuevo remate, en esta ocasión de cabeza, se marchaba fuera con Dimitrievski acompañando el vuelo del balón con la mirada y respirando al comprobar la trayectoria del mismo.

Para los veinte minutos finales, Iraola daba entrada a Mario Suárez, Bebé, Pozo, Unai y Saveljich, aunque en la jugada anterior Trejo iba a devolver al Rayo al partido con un remate cruzado que, tras tocar en un defensa, se marchaba a saque de esquina. Era el primer aviso de un Rayo que estaba dormido y que quería despertar.

Con los cambios y con una menor intensidad de la Real, el partido volvió al control del Rayo, que amasaba cada jugada para encontrar las descargas a banda que generaran el peligro que no terminaba de llegar.

Silva emuló a RDT con un disparo a la madera, en esta ocasión al travesaño, para animar los minutos finales de un partido de amigos en el que Bebé probó 'desde su casa' con el resultado casi habitual, directamente fuera.

Los minutos finales iban a devolver la igualdad a un amistoso que finalizó con empate, aunque Bebé casi marcó tras un córner en el que obligó a Remiro a despejar al larguero, y que sirvió para que Iraola tomara nota del estado de forma de cada uno de sus futbolistas.