La liga toca a su fin y llega el momento de recoger los frutos sembrados durante meses y meses de competición, tanto en lo positivo como en lo negativo. El sábado, en el Madrigal se enfrentarán dos equipos que han hecho sus deberes, que no tienen cuentas pendientes, y que se dedicarán a hacer lo que mejor saben: jugar al fútbol sin presión.

El Villarreal ha sido la mejor y más grata sorpresa de la presente temporada. El conjunto dirigido por Marcelino ha supuesto un vendaval de aire fresco para la rancia disputa de los de siempre por lo de siempre y, recién llegados del 'infierno' de la Segunda División, han peleado durante diversas fases del campeonato por un puesto de Champions y han logrado un más que merecido lugar entre los conjuntos que disputen la próxima edición de la Europa League.

Con un juego alegre, basado en el fútbol de toque y en la velocidad por banda, y con jugadores que han ofrecido un altísimo nivel, el 'submarino amarillo' ha confirmado deportivamente lo que a todas luces es fruto del gran trabajo de gestión que temporada a temporada se viene desarrollando en el club levantino. Ser el mejor equipo de la Comunidad Valenciana, por delante de Valencia, Levante y Elche, otorga al próximo rival del Rayo la categoría de equipazo que refrenda su excepcional clasificación liguera.

Para los castellonenses, el partido del sábado no será uno más. Primero porque supondrá la despedida de la temporada ante su público y, más allá de los homenajes que en su momento les brindó la liga, querrán abandonar el Madrigal dejando un buen sabor de boca, y segundo porque todavía tienen la posibilidad de escalar un puesto y finalizar la competición en séptimo lugar, puesto que si la Real cae en el derbi vasco de esta semana en San Mamés, los castellonenses se podrían jugar dicha plaza en Anoeta, en duelo directo con los donostiarras.

La excepcional campaña de Asenjo, Mario, Musacchio, Costa, Pina, Giovani, Trigueros, Perbet y Uche, junto a Jonathan Pereira o Bruno, entre otros, buscará un cierre de oro ante un Rayo al que en la primera vuelta arrasaron en Vallecas, paseándose por Madrid a la espera de los deseados Reyes Magos (que por aquí tardarían varios meses en llegar, pero que lo han hecho repletos de ilusión y felicidad para todo el rayismo).

Sin presión, el fútbol se vive de manera muy diferente

Con los objetivos marcados a principio de temporada logrados hace algunas semanas (pese a que las matemáticas lo confirmaran tras el empate del Getafe en el Camp Nou), el Rayo juega sin presión y con la única idea de finalizar la competición lo más arriba posible. Hace semanas que Paco Jémez empezó su propia campaña de concienciación para convencer a los suyos del cambio de rango en su futuro, pasando a luchar por finalizar la liga entre los diez primeros, algo que sigue estando al alcance de la mano. Por delante, los vallecanos tienen a Celta, Valencia y Levante, tres conjuntos que tendrán cruces directos que podrían favorecer a los franjirrojos. El Celta tiene que jugar con el Real Madrid y el Valencia, los valencianos con el Levante y el conjunto celtiña, mientras que el Levante, aparte del Valencia deberá medirse al Málaga. Si el Rayo es capaz de sumar los seis puntos que restan, sus opciones de finalizar incluso octavo (actualmente a tres puntos de distancia) se verían multiplicadas.

Para lograr su objetivo, el Rayo ha seguido trabajando con la misma intensidad, fuerza y energía que lo venía haciendo hasta el momento, porque tanto su entrenador como los jugadores son conscientes de lo que, tanto individual como colectivamente, implicaría acabar entre los mejores de la liga. Muchos abandonarán el barco en breve y su despedida podría producirse dejando al conjunto vallecano cerca de los logros de la temporada anterior, algo que, tal y como ha ido el año, sería un rotundo éxito.

Para el sábado, Jémez no podrá contar con los lesionados Jonathan Viera, José Carlos y Nery Castillo, mientras Tito apura sus opciones para llegar con opciones al último duelo de la temporada ante el Getafe.

En esta ocasión no habrá invasión franjirroja en las gradas del Madrigal, aunque como de costumbre una representación de la afición vallecana volverá a acompañar al equipo en su último desplazamiento del año.