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La locura del Rayo casi manda al Valencia al manicomio

Escrito por Martes, 16 Diciembre 2014

    El Rayo Vallecano hizo de la Copa su territorio, ese lugar en el que desplegar su fútbol, su velocidad y su valentía. Alcacer, con tres goles, y la actuación arbitral, privaron a los de Jémez de redondear una noche mágica en Mestalla.



    Ficha técnica:

    Valencia C.F. (4): Yoel, Cancelo (De Paul, minuto 45) (A), Mustafi, Vezo, Orbán, F. Augusto (Piatti, minuto 45), A. Gomes (A), Parejo (A), Rodrigo (A)(R), Alcácer y Carles Gil (Negredo, minuto 45).

    R. Vallecano (4): Cristian (A), Quini, Morcillo (A), Nacho (A) (Tito, minuto 62), Baena (A), Jozabed, Embarba, Pozuelo (Leo, minuto 76), Álex Moreno, Licá y Jonathan Pereira (A) (Amaya, minuto 69).

    Arbitro: Jaime Latre.

    Goles: 1-0. Minuto 8. Alcacer; 1-1. Minuto 19. Jozabed; 1-2. Minuto 23. Pozuelo; 1-3. Minuto 37 Jonathan Pereira; 2-3. Minuto 46. Alcacer; 2-4. Minuto 60. Embarba; 3-4. Minuto 63. Alcacer; 4-4. Minuto 70. Rodrigo.


    Bendita locura, extraordinario espectáculo, sublime derroche físico... la Copa del Rey, el 'suicidio' de Jémez y su Rayo, las ayudas arbitrales al grande, la estrategia, los goles... bendita locura.

    El Rayo Vallecano cayó eliminado en los dieciseisavos de final de la copa ante un Valencia que se las prometía muy felices tras el sorteo (en muchos medios valencianos se hablaba de las facilidades del cuadro), mucho más tras el resultado de la ida (1-2) y de manera casi definitiva cuando Alcacer abría el marcador en la vuelta tras ocho minutos de juego. Pero la locura de Jémez y el demoledor trabajo de los jugadores del Rayo nos brindaron una noche inolvidable de fútbol, con un resultado demasiado cruel para lo expuesto, lo ofrecido y lo conseguido por un equipo que corrió cual dirigido por el mismísimo diablo, en busca de una sorpresa que mereció y que finalmente se esfumó.

    Para engordar su leyenda al frente del banquillo del Rayo, Paco Jémez tiró de manual de entrenador valiente sin límites y, pese a jugar con jugadores poco habituales, armó un equipo con vocación ofensiva que desquició a un Valencia que estuvo a merced de los franjirrojos durante mucho tiempo. Morcillo, con dos escuderos como Nacho y Quini, y con el encomiable apoyo del incombustible Baena por delante, serían los encargados de cubrir las espaldas a un ejército de 'bajitos' que haría muy pequeño al Valencia de Nuno. Pozuelo entre líneas, Jozabed mandando, Embarba y Alex Moreno desequilibrando por los carriles, Licá apoyando y Jonathan Pereira como referente ofensivo maniataron a un Valencia que se encontró en ventaja tras una acción aislada en la que Rodrigo superó a Morcillo, tumbó a Nacho, remató al poste y el 'imán-Alcacer' remachó a gol, para llevar el alivio a una grada que veía con recelo la llegada del Rayo. Y tenían razones.

    El Rayo se mostró eléctrico por las bandas e intenso en el centro. Cada balón era una lucha sin cuartel, una presión asfixiante de tres contra uno, una recuperación y una nueva ofensiva. La estrategia estaba clara, muchos jugadores por delante del balón, todos en movimiento, velocidad de piernas y de cabeza, remate y gol. Quince minutos tardaría el Rayo en rematar por primera vez sobre la portería de un Yoel que no esperaba la avalancha que se le vendría encima. Embarba lanzó una falta lateral y Jozabed empujó de cabeza al fondo de la portería. El Rayo abría su camino triunfal hacia una victoria que mereció, pero que finalmente por 'regates' del destino y caprichos arbitrarios, le fue esquiva.

    Pozuelo recogió un balón en la frontal, se revolvió, miró a portería y lanzó un misil que suponía el 1-2. Habían pasado poco más de veinte minutos y el conjunto vallecano ya había logrado el objetivo de noventa: marcar dos goles. Con la eliminatoria empatada, el 'loco' de Jémez no varió ni un ápice su apuesta de fútbol, mantuvo la defensa de tres y siguió lanzando aquel ejército de 'bajitos' contra una defensa desordenada y totalmente incapaz de parar sus acometidas. Jonathan Pereira sufriría el primero de los reveses federativos al ver cómo el colegiado anulaba un gol por un inexistente fuera de juego, dejando una sensación de desamparo en la expedición vallecana que terminaría siendo confirmada en la segunda mitad.

    Pereira, tremendo partido el suyo, sellaría el 1-3 antes del descanso, resultado que obligaba a los levantinos a hacer un esfuerzo extra en la segunda mitad, a apostar por un equipo más ofensivo y a buscar dos goles que, a la postre, tampoco serían definitivos. Y no lo fueron porque el Rayo continuó con su bendita locura de juego rápido, presión agobiante y llegadas al ataque. Antes, Alcacer, el 'cazagoles' del Valencia, volvía a recortar distancias con un remate en boca de gol. Apenas había transcurrido un minuto y los valencianos se ponían de nuevo a 'tiro de uno'.

    Pero el Rayo no estaba dispuesto a dejarse vencer tan fácilmente y siguió percutiendo sobre la descubierta defensa de los de Nuno, que habían metido mucha más dinamita en ataque para intentar dar la vuelta a una inesperada situación. De Paul, Piatti y Negredo se incorporaron al ataque blanquinegro, aunque volvería a ser el Rayo el que golpease de nuevo. Una buena jugada de ataque era culminada por Adrián Embarba, otro jugador con hambre de minutos en una temporada totalmente transparente para él. De nuevo ventaja de dos, de nuevo con todo a favor.

    Una falta sobre Cristian dejaría la clasificación en bandeja al Valencia

    Apenas tres minutos más tarde del gol de Embarba, un nuevo golpeo en el palo caía en las botas del omnipresente Alcacer para confirmar la locura que se estaba viviendo en Mestalla. Quedaba menos de media hora y el marcador ya reflejaba un increíble 3-4 a favor del Rayo. Ver para creer.

    Y llegó la recta final del choque con exigua ventaja rayista, con el Valencia indisciplinado en todas sus líneas en busca del gol del empate que les brindara la victoria y con un nuevo cambio de escenario en el planteamiento táctico. Jémez, que veía cómo el cansancio de los suyos podía provocar situaciones de estrés que acabaran con algún expulsado, sentó a Nacho para dar entrada a Tito e hizo descansar a Jonathan Pereira, rebajando su grado de locura al dar entrada a un Amaya que apuntalara la línea de atrás, volviendo a una disposición mucho más clásica.

    Entonces llegó la jugada clave del partido. Después de tantos kilómetros recorridos, de tanto esfuerzo, sudor y orgullo, después de tener contra las cuerdas a uno de los grandes de nuestra liga y tras demostrar al mundo entero de lo que es capaz un equipo de gran corazón como el Rayo, todo se fue al traste con una desgraciada jugada que privó a los vallecanos de la gloria. Mustafi arrolló a Cristian Alvarez, que no se empleó con la contundencia necesaria en un balón peleado por alto, y Rodrigo, otro 'listo' de la clase, aprovechó el regalo del colegiado para subir el cuarto de la noche para su equipo, engrandeciendo aún más la heroica recta final del Rayo.

    Los vallecanos se lanzaron como posesos en busca del gol que les devolviera lo que consideraban suyo. Leo, tantas veces revulsivo, hoy se vio sobrepasado por el ritmo de jugadores que llevaban ochenta minutos corriendo sin descanso y apenas aportó a un partido que ya no tenía vuelta atrás. Rodrigo perdió los papeles agrediendo a Morcillo y dejando al Valencia con diez en unos minutos finales en los que los valencianos terminaron pidiendo la hora y perdiendo el tiempo que ya no quedaba. Aún así, el Rayo lo siguió intentando y lo hizo jugando a lo suyo, con paciencia y con inteligencia. Cristian se sumó al remate en un par de saques de esquina, Baena caía en el área empujado por un defensa y Alex Moreno tuvo la última con un intento que salió junto al poste de la portería de un Yoel que respiró aliviado cuando escuchó la gloria de un pitido final que no hacía justicia al esfuerzo y la locura colectiva de un Rayo de bandera. El Valencia pasa, el Rayo se queda en el camino, la copa le debe una. Bendita locura.

     

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