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Amaya y Miku desactivaron al Almería en una mañana sin brillo

Escrito por Domingo, 19 Abril 2015

    El Rayo Vallecano consiguió derrotar al Almería (2-0), gracias a los goles de Amaya y Miku, que desarmaron a un Almería más preocupado por defender que por atacar. Jémez, pese a la victoria, no terminó contento con el trabajo de su equipo.



    Ficha técnica:

    Rayo Vallecano (2): Toño, Tito (A), Amaya, Zé Castro, Nacho, Fatau (Jozabed, minuto 49), Trashorras, Kakuta, Embarba (Pozuelo, minuto 76), Bueno (Miku, minuto 65) y Manucho.

    Almería (0): Rubén, Ximo Navarro, Trujillo, Mauro, Wellington (Zongo, minuto 48), Thievy, Corona, Dubarbier (A)(Hemed, minuto 73), Thomas, Espinosa (A) y Azeez (Edgar, nminuto 66).

    Arbitro: Gil Manzano

    Goles: 1-0. Minuto 23. Amaya; 2-0. Minuto 89. Miku.


    El Rayo Vallecano se aseguró casi de manera definitiva la permanencia en Primera División tras derrotar al Almería (2-0) en un partido sin brillo pero con mucho trabajo de trincheras y guerrillas en el que salió victorioso, pese al disgusto de un Paco Jémez que no salió satisfecho tras ver la victoria de los suyos. El técnico vallecano regresó a la normalidad desde el inicio, planteando un once alejado de extravagancias y pruebas estériles y situando dos laterales en su posición, un mediocentro defensivo y otro ofensivo para encarrilar un partido que, pese al marcador, no resultó fácil de afrontar.

    No fue el mejor partido del Rayo, sin duda, pero tampoco el peor. Los vallecanos encararon el choque con la intención de recuperar parte del prestigio perdido en su visita a Balaídos, pero en el intento siguieron dejando algunas dudas por despejar. Pocos alcanzan a entender la razón que ha llevado a los vallecanos a llegar tarde a los duelos directos, a cometer errores impropios de su calidad (demostrada y contrastada) o a preocupar por su falta de velocidad y verticalidad en determinados momentos. Ni su propio técnico es capaz de explicar si todo es fruto de su exigencia y de haber exprimido al máximo a jugadores como Bueno, o si estamos ante un problema de dimensiones mucho más importantes. Su respuesta: "Hablaré con ellos".

    Pese a todo, el duelo con el Almería no se dio mal porque el rival no tenía la entidad de lo que le espera al Rayo en su futuro más inmediato. Los de Sergi, que vieron truncada su ilusión de 'engancharse' al tren de la liga gracias a la estela del impulso del nuevo entrenador, renunciaron a la pelea terrenal, planteando un duelo en las alturas del que pocas veces salieron victoriosos. Para mayor desgracia de los andaluces, que ven pasar de largo opciones de salvación cada semana, recibirían el primer gol del partido en un remate de cabeza. Su insistencia en los lanzamientos en largo, buscando la velocidad de un 'endiablado' Thievy, les proporcionó pocas alegrías, en gran parte porque los dos centrales volvieron a brillar a gran altura. Zé Castro y Amaya se entienden a la perfección y, casualidades de la vida, hoy se inventaron el primer tanto. Un centro del portugués desde el costado derecho del ataque del Rayo sería rematado por Amaya en el segundo palo. El defensa revivió en su cabeza un gol histórico, su último tanto con la franjirroja, el que anotó en Zamora para casi devolver al Rayo a la Segunda División. El de hoy no tenía tanta trascendencia, pero para el defensor vallecano suponía un paso más en su consolidación.

    Hasta ese momento (minuto 23) el partido había transcurrido plácidamente para los intereses del Rayo. El balón circulaba, los cambios de orientación descolocaban al Almería y, con poco, era suficiente para tener controlada la situación. A partir de ahí, las cosas irían cambiando y nunca a mejor para los intereses del Rayo, que tuvo que empezar a convivir con el sufrimiento para sacar adelante el duelo. Este sufrir no era fruto del acoso del rival, ni tenía nada que ver con la presión de los andaluces, Toño apenas intervenía, pero el fútbol iba abandonando al equipo. Los balones divididos no eran ganados con claridad, Fatau no mandaba en el centro, Trashorras no dominaba la situación y Bueno apenas participaba. Los extremos, Embarba y Kakuta, que habían arrancado muy enchufados, perdieron protagonismo hasta casi desaparecer por completo.

    Varios intentos alejados de Ximo Navarro y la punta de velocidad de Thievy eran las aportaciones al espectáculo que ofrecía un Almería que en la segunda mitad ganaría en presencia para inquietar la portería vallecana. Toño tuvo que emplearse a fondo con dos intervenciones en las que dejó muestras de sus reflejos, salvando al Rayo de un empate que el Almería necesitaba a toda costa. El Rayo perdió el control del partido y empezó a buscar la cabeza de Manucho, la prolongación del angoleño y las llegadas por banda para desactivar la mejoría del rival.

    Con los cambios, Jémez quiso dotar al centro del campo de mayor consistencia, dando entrada a Jozabed por Fatau y sentando a un 'fundido' Alberto Bueno para introducir a Pozuelo. Tambiién Miku gozaría de los minutos que semana a semana se va ganando en los entrenamientos y que, casi con seguridad, le podrán permitir ser titular en el próximo compromiso vallecano en el Sánchez-Pizjuán. 

    Enfrente, Sergi cambiaba de estrategia y a falta de un cuarto de hora decidía arriesgar para lograr salvar un punto, situando defensa de tres. Este cambio permitió al Rayo crear más peligro en ataque ante la fragilidad de la defensa visitante, que sufrió las acometidas de Kakuta, con un lanzamiento alto, y de Manucho que, a pase de Miku, tuvo en sus botas el 2-0. Hubo que esperar al minuto 89 para que el venezolano, tras acción personal de Kakuta, anotara su primer gol con la camiseta del Rayo, un gol histórico que supone el setecientos del Rayo en Primera División y que certificaba una importante victoria y tres puntos que mantienen vivos a los vallecanos en la pelea por metas mayores. Con la salvación asegurada, ahora toca soñar, pero antes habrá que recobrar las sensaciones perdidas. El Pizjuán podrá en su sitio al fútbol del Rayo.

     

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