Apenas cuatro jornadas han sido suficientes para que el joven Diego Llorente se convirtiera en uno de los fijos en las alineaciones del Rayo Vallecano. El central, cedido por el Real Madrid para potenciar su crecimiento como jugador de Primera División, ha ido poco a poco encontrando su sitio en el equipo y ya todos hablan maravillas de su forma de jugar. Serio defensivamente hablando, con capacidad técnica para salir con el balón jugado a 'ras' de césped y con la contundencia que se supone a un central, Llorente se ha convertido en una garantía en la zona defensiva del cuadro vallecano.
El jugador franjirrojo comenzó la temporada con algunos momentos de dudas, con más nerviosismo de la cuenta y queriendo hacer más cosas de las que debería y en momentos o lugares poco idóneos. Con el paso de los partidos, cuatro titularidades y cuatro encuentros jugados íntegros, Llorente ha conseguido el 'poso' necesario para ser un referente en la última línea vallecana, un lugar en el que muchos jugadores han sufrido los últimos años, el mismo lugar en el que el madrileño parece sentirse 'como pez en el agua'.