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La alegría y la tristeza van por barrios

Escrito por Martes, 29 Septiembre 2015

    Opinión. "Otro revés, otro momento de subidón echado por tierra, otra alegría para muchos y tristeza para mí. Konoplyanka quería reivindicarse, abrió el debate en Sevilla y me tocó la moral a mí". 


    Opinión. La resaca de Sevilla me deja un sabor agridulce que hoy, varios días después de que Konoplyanka agujereara la ilusión de los rayistas, sigue dando regusto a una semana en la que el acento andaluz seguirá resonando en nuestras cabezas con la visita del Betis. Pero echando la vista atrás, el sabor agridulce me lo produce la facilidad con la que el carril izquierdo del ataque del Sevilla se 'merendó' al lateral derecho en funciones del Rayo, la contundencia con la que, mientras el Rayo intentaba jugar al fútbol, el Sevilla golpeaba a Toño y la endeblez con la que el equipo de Jémez se despidió de una primera parte que poco o nada presagiaba ni la continuación ni, por supuesto, el desenlace que nos esperaba.

    Dicho esto, daré paso a lo bueno para terminar con una reflexión sobre la educación, los modales y la deportividad que se supone a los profesionales de este deporte.

    Me alegra ver a Jozabed disfrutar del fútbol, demostrar su capacidad y sacarnos una sonrisa cada vez que recibe el balón por delante de Trashorras. Ole por él y ole porque Jémez haya encontrado acomodo a uno de los buenos. Me alegro mucho de la aparición estelar de Bebé. El misil tierra-aire-tierra que lanzó para sorprender a Rico me hizo albergar fundadas esperanzas de conseguir todo un logro en Sevilla. También hizo levantarme de mi asiento el golpeo de un Javi Guerra tocado por la varita mágica del gol. Toque en un defensa o no, el heredero de Alberto Bueno como goleador del equipo sigue haciéndonos soñar con grandes tardes de fútbol y goles para aburrir. 'Porca miseria'. Otro 'Tomahawk', esta vez contra un Toño que lo intentó sin fortuna, me hizo despertar de mala manera. Otro revés, otro momento de subidón echado por tierra, otra alegría para muchos y tristeza para mí. Konoplyanka quería reivindicarse, abrió el debate en Sevilla y me tocó la moral a mí. Una vez más, la alegría y la tristeza van por barrios (nunca mejor dicho). Eso sí, pasado el cabreo inicial por no haber cerrado el partido, por no haber masacrado a un 'tocadísimo' Sevilla, el subidón volvió a embargarme pensando que, con partidos como este, el Rayo ganará muchos puntos (no sé por qué, pero ese discurso me suena).

    Un poco de educación y, sobretodo, de profesionalidad para no perjudicar al equipo

    Que un alemán mande a 'tomar por ahí' a un árbitro es grave, sancionable, reprochable y para hacérselo mirar. Cualquiera sacará a colación el tema de los nervios, las pulsaciones, la tensión... en fin, lo de siempre. ¿Cuántos jugadores se ponen en marcha cada jornada? ¿Cuántos nervios, tensiones y pulsaciones se acumulan a lo largo de cada partido? Pues nada, a comportarse. Y muchos pensarán, ¿y por qué lo de un alemán? Pues muy simple, porque puestos a mandar a algún sitio a alguien, sabiendo que vas a dejar a tu equipo con diez, ¿no sería más lógico blasfemar en tu idioma materno/paterno o lo que sea? Cuántos problemas evitaría esto... salvo con colegiados políglotas, que dudo que los haya. Lo de Amaya es otro cantar. Su desliz extradeportivo por una carretera madrileña, los abucheos de su afición durante su mal partido ante el Deportivo y su expulsión en el Pizjuán, están marcando un convulso inicio de temporada para el central vallecano. Todo esto, aderezado con otro insulto a la altura del 'escupido' por el alemán, cuando uno ya está o debería estar camino de la ducha, es algo a lamentar. La educación, por poco que nos gusten las decisiones de otros, debe ser un punto de partida para todos y los profesionales deberán pregonar con el ejemplo. Entiendo que después de un partido en el que le llovieron apelativos de toda índole por su pasado beticista uno pueda estar más que asqueado, entiendo que cuando te mandan al vestuario antes de tiempo la frustración te embarga, y mucho más cuando el Konoplyanka de turno la clava para hacer añicos tu ilusión. Lo entiendo. Ni lo justifico, ni lo defiendo. Amaya, expulsado, o en silencio o en la ducha. Sin más. Ahora a cumplir la sanción, que es lo que toca.

     

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