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El ariete franjirrojo anotó otros dos goles que dieron la victoria al Rayo

Guerra gana otra batalla

Zé Castro fue expulsado en la primera mitad y Toño no terminó el partido por lesión

Escrito por Sábado, 07 Noviembre 2015

    El Rayo derrotó al Granada con dos goles de Javi Guerra y jugando más de una hora con diez hombres.


    Ficha técnica:

    Rayo Vallecano (2): Toño (Juan Carlos, minuto 78), Tito (A), Llorente, Rat, Zé Castro (A)(A), Baena, Trashorras (A), Embarba, Bebé (Dorado, minuto 28), Pablo Hernández (Ebert, minuto 73) y Javi Guerra.

    Granada (1): Andrés, Miguel Lopes, Babin, Lombán, Biraghi (Edgar, minuto 68), Rubén Pérez (A), Krhin (A), Piti (A), Javi Márquez (Rochina, minuto 45), Robert Ibáñez (Thievy, minuto 45)y El Arabi.

    Arbitro: Gil Manzano.

    Goles: 1.-0. Minuto 3. Javi Guerra; 2-0. Minuto 9. Javi Guerra; 2-1. Minuto 52.. Babin.


    Javi Guerra se convirtió en el héroe de un Rayo Vallecano que se las prometía muy felices tras un excepcional arranque de partido, pero que terminó pidiendo la hora después de que todas las circunstancias se pusieran en contra. De principio a fin, lo que destacó del equipo de Paco Jémez fue el pundonor y la entrega de un grupo al servicio de un bien común, lo que sirvió para empequeñecer a un Granada con más potencial del mostrado hoy en Vallecas.

    Para enfrentarse a un angustiado Granada, el Rayo movió algunas piezas en su once inicial buscando verticalidad por banda y velocidad en la media punta. Para lograrlo, Jémez dejó fuera a Ebert y Jozabed, dando entrada a Embarba y Pablo Hernández. Los sustitutos estuvieron a gran altura, demostrando una vez más que cuando un jugador se equivoca o no está al nivel esperado, su vuelta se complica.

    Para el resto del equipo, el técnico lo tiene muy claro. La defensa, inamovible, el centro del campo, conocido por todos y la delantera, de otra galaxia. Lo de Javi Guerra empieza tomar dimensiones de altos vuelos, tanto que a nadie le sorprende escuchar la pregunta del millón, ¿podría ir a la selección? Sea como fuera, lo que realmente interesa es que su rendimiento, tanto de goles, como de intensidad, entrega, trabajo e insistencia están al nivel del mejor delantero de la selección española que se precie y eso, en Vallecas, es un lujo que se aplaude, y mucho.

    El desarrollo de la película de esta noche tuvo tantos altibajos que pocos hubieran esperado, tras el arrollador inicio franjirrojo, lo que iría aconteciendo con el paso de los minutos. El Rayo empezó mandando, mientras el Granada esperaba que el temporal de los primeros minutos no se los llevara por delante para, a partir de ahí, crecer en el partido y buscar el peligro de El Arabi en punta y la movilidad de sus bandas para inquietar a Toño que, lamentablemente para él y para el equipo, sería el gran perjudicado de este encuentro, al tener que salir en camilla con problemas en su rodilla izquierda.

    Antes de eso ocurrirían muchas cosas. En apenas veinte minutos el partido daría tal vuelco que lo que parecía muy claro empezó a oscurecerse. Todo arrancó con dos goles de Javi Guerra en apenas diez minutos de juego. El primero a los tres minutos, primer acercamiento, participación de Tito, y Pablo Hernández y primer gol para el ariete franjirrojo. El segundo, a los nueve minutos cazando un buen pase de Bebé. Vallecas se volvía loca con el cazagoles, con ese hombre de área que todo lo que toca lo convierte en gol y que prometía una tarde plácida, tranquila y atractiva para una afición que quería disfrutar con el fútbol de su equipo.

    La expulsión de Zé Castro complicó el partido para el Rayo

    De repente, y sin que nadie lo esperara, apareció Zé Castro para, con dos acciones evitables, dejar a su equipo con diez durante una larga hora y cuarto de juego. El central, que había visto una tarjeta amarilla por obstaculizar al cancerbero Andrés en un saque largo, realizó una dura entrada en el centro del campo que le supuso la expulsión. El Rayo, con 2-0, se quedaba con uno menos y Vallecas presagiaba sufrimiento en el horizonte.

    Con un paradón de Toño a remate de Piti, el Rayo respondió a las intenciones de un Granada que, pese a la ventaja numérica, no supo imponerse a un bloque que jugó unido y que peleó como un solo hombre. El sacrificio de toda la plantilla fue enorme, Baena, que jugó un rato de central, se multiplicó en defensa y en el medio, los laterales trabajaron a destajo, el centro del campo colaboró y los de arriba también entendieron que hoy tocaría sufrir.

    Jémez sacó del partido a Bebé para devolver la consistencia al equipo, devolviendo a Baena al centro junto a Trashorras y jugando sin media punta, con la caída de Pablo Hernández a un costado. Con esta variante táctica, el Granada se topó con un bloque inaccesible, con un muro contra el que siempre se estrellaban cada vez que superaban la mitad del campo.

    El Rayo aguantó con mucho trabajo y Toño salió en camilla por problemas en su rodilla izquierda

    Para la segunda mitad, Sandoval decidió quemar la última traca que le quedaba. El de Humanes dio entrada a Rochina y a Thievy, buscando más mordiente ofensiva y, aunque su equipo mejoró, terminó desquiciado y sin frescura suficiente como para tumbar a un Rayo que fue un coloso a todos los niveles. El poco fútbol del Granada contrastaba con las acometidas de un equipo vallecano que no se arrugó y que quiso quitarse el peligro de encima con acciones rápidas.

    Para seguir echando más madera a la tensión del partido, Piti sacó un córner que Babin cabecearía a gol para elevar el grado de excitación de un choque que ya no daría tregua hasta el final. El Granada lo seguiría intentando con más corazón que cabeza y con menos fútbol del deseable, mientras el Rayo intentaba no sufrir y generar también peligro en ataque. Tito lo intentó con un lanzamiento cruzado que se marchó fuera y Embarba, que era arrollado dentro del área sin que Gil Manzano señalara penalti, tendría minutos de protagonismo por la banda derecha.

    Como punto y seguido al sufrimiento rayista, Toño saldría lesionado a falta de trece minutos para el final. El portero franjirrojo, que se hizo daño en la rodilla izquierda, abandonaría el terreno de juego en camilla y ovacionado por una afición que reconoció el extraordinario trabajo de un hombre clave esta temporada.

    Desde ahí y hasta el final únicamente un mal saque de Juan Carlos, que el Granada no supo culminar, y varios intentos visitantes sin calidad suficiente para inquietar el portal vallecano. Pobre bagaje para un equipo con el agua al cuello y en situación de extrema necesidad. El contraste lo pondría la parroquia vallecana, que ovacionó a los suyos en reconocimiento al gran esfuerzo desplegado en un partido que prometía tranquilidad, pero que deparó nervios y tensión hasta que Gil Manzano, con el pitido final, mandó a todos a casa con una sonrisa en la cara.

     

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