Si la temporada no ha empezado bien para el Rayo, mucho menos lo ha hecho para su 'buque insignia' y jugador más emblemático, el centrocampista y capitán Roberto Trashorras. Las primeras apariciones vinieron marcadas por su falta de control de las situaciones, algo nada habitual en el gallego. Superado por las condiciones de la nueva categoría, los primeros rivales del equipo franjirrojo dejaron en evidencia a uno de los mejores centrocampistas de Primera División y este 'mal trago' obligaba Sandoval a buscar soluciones que tampoco terminaron por ayudarle. El técnico, viendo que el recorrido desde la defensa hasta la conexión con la delantera era demasiado largo y siempre repleto de adversidades, buscó compañeros que suplieran alguna de las facetas que habitualmente hace el gallego. No hubo suerte. Trashorras, siempre rodeado de rivales, apenas podía hacer su juego y la tendencia del equipo a buscar siempre los costados, incluso pasando por alto la zona de medios, limitaba su aportación.

Entonces llegó la primera apuesta clara del técnico de Humanes. Trashorras debía convertirse en el artífice del último pase, el genio de la media punta, el hombre que conectase con Javi Guerra o Manucho y, a su vez, el que filtrara balones para las impetuosas llegadas de los veloces jugadores de banda. La idea a priori podía parecer acertada, pero tampoco fue todo lo efectiva que se esperaba. Un buen pase para el gol ante el Mallorca y alguna otra jugada de mérito, quedaron eclipsadas por las limitaciones con las que veíamos moverse al capitán franjirrojo. Recibir el balón rodeado de contrarios, incrustado entre las líneas de medios y defensas de los rivales tampoco surtió el efecto deseado y Sandoval, sin reconocer que el objetivo quedaba lejos, devolvió a Trashorras a su zona de influencia habitual. Junto a él han jugado Comesaña, Clavería, Fran Beltrán, Zuculini y ahora Cristaldo, una infinidad de combinaciones que no han terminado de cuajar.

El capitán es el hombre en torno al cual debe construirse el equipo. Técnico y jugador ya son conscientes de las dificultades con las que se encuentra el juego de pase y conducción. Ahora toca volver a los orígenes, coger la batuta del centro del campo, acertar con las acciones de combinación y apertura a bandas y devolver al gallego el protagonismo que pareció recobrar en el duelo ante el Cádiz. Trashorras debe convertirse de nuevo en el motor del Rayo y, tras los experimentos, recuperar su sitio para demostrar que su fútbol tiene mucho más valor cuando se construye de cara a portería y con metros por delante que cuando se hace de espaldas o mirando de reojo al portero rival.