Opinión. Hoy me apetece hablar de un hombre de club, de un hombre de equipo, de un auténtico capitán tanto dentro del campo y del vestuario como fuera del estadio. Alberto García se ha ganado desde el primer día el respeto de sus compañeros y el de todo el rayismo gracias a su liderazgo dentro y a sus valores fuera.

Alberto convenció a la afición el día de su presentación, una rueda de prensa y ya tenía a los aficionados del Rayo en el bolsillo. Sus ideas claras, su defensa de muchos de los ideales del rayismo y el compromiso mostrado desde el primer día fueron su carta de presentación. El resto era sumar y sumar para la causa rayista. Siendo portero titular ayudó al ascenso a Primera División y se ganó a pulso la renovación en el Rayo. Este año y hablando de fútbol empezó siendo titular y después tuvo que irse a una segunda línea en la que volvió a demostrar lo grande que es. Ni una queja, ni un lamento, siempre amable con quien le solicitaba una foto o un autógrafo, liderando el banquillo cuando las cosas iban mal, ayudando desde dentro a todos sus compañeros, siendo un líder cuando los focos le apuntaban, pero también en la sombra. Así es Alberto.

Le tocó trabajar para recuperar su sitio y para hacer mejor a Dimitrievski. Y lo hizo como el primer día. Entrenó como siempre, aportó como de costumbre. Alberto sufrió su nueva situación y lo hizo como lo hacen los grandes, como si no pasara nada.

El sábado volvía a la portería y lo mejor vino después de parar un penalti y salvar varios goles. Lo mejor llegó cuando se puso delante de un micrófono. Sin que nadie le preguntara se acordó de “un entrenador que ya no está” y sin que nadie le preguntara dijo que “esta afición tiene un estadio que no se merece”. Alberto habló claro de nuevo, podía haber destacado su rol protagonista, podía haber resaltado su aportación sobre el terreno de juego, podía haber reivindicado su sitio en el equipo. Se limitó a valorar como positivo que si la gente le felicitó es porque en las malas y cuando todo salía al revés, él había estado junto a sus compañeros, apoyándoles en todo. Así es Alberto. Así es el primer capitán del Rayo. Así se lo reconocen dentro y así lo hacen fuera. Así lo destacamos nosotros, valorando mucho más al Alberto persona, por encima del Alberto portero. Ese portero que detuvo un penalti y salvó un resultado vital para su equipo. Esa persona que se acordó de todos, en ese momento que el resto aprovecharía para sacar pecho. ¡¡Grande Alberto!!