Echar un vistazo a la clasificación de Primera División lleva a los aficionados del Rayo a esbozar una sonrisa que explica la buena situación por la que atraviesa el equipo vallecano a día de hoy. La distancia con el descenso después de 16 jornadas disputadas permite albergar ilusiones de lograr la salvación de manera holgada e incluso, este año sí, de soñar con algo más.

Andoni Iraola sigue pidiendo tranquilidad, incluso recurre a lo sucedido el año pasado para justificar su aparente falta de emoción al analizar la actual situación del equipo. El Rayo prácticamente está calcando lo que hizo el año pasado a estas alturas, aunque sea incapaz de reconocerse en su propio espejo, porque el camino para llegar a dichos puntos está siendo muy diferente al de la temporada pasada.

El Rayo Vallecano de la 21-22 acumulaba 27 puntos tras la jornada 17 con 8 partidos ganados, 3 empatados y 6 perdidos. Aquí encontramos la primera diferencia con el discurrir de la temporada 22-23 porque, para los mismos puntos (uno menos en realidad -26-) las victorias han sido 7, con 5 empates y 5 derrotas. Los goles a favor son los mismos (24), aunque este año se han encajado dos goles más (20 vs 18).

Con sus diferencias y similitudes, hasta aquí el camino no es radicalmente distinto pero el análisis cambia cuando comprobamos cómo se han conseguido los puntos. El año pasado el Rayo era el mejor local de la liga, acumulando 22 puntos, pero también uno de los peores visitantes (17º) con tan solo 5 puntos. Iraola por aquel entonces ya hacía hincapié en lo que podría suceder en la segunda vuelta si todo se apoyaba en los resultados de Vallecas. Y así ocurrió... pero, este año, el Rayo está mucho más equilibrado. De los 26 puntos que acumulan los vallecanos, 14 los logró en Vallecas y12 los suma lejos de su feudo. Iraola sigue con su discurso de pedir calma, pero este Rayo no se reconoce ni en su propio espejo.