RAYO VALLECANO 0 - HUESCA 0

Muchas veces ser mejor no es suficiente, porque además tienes que demostrarlo. Otras veces, incluso demostrándolo, tampoco te vale, porque te falta el acierto necesario o cometes los errores que te condenan para no conseguir un resultado. El partido a la desesperada entre Rayo y Huesca terminó siendo desesperante y, después de ochenta minutos en los que solo hubo un equipo intención sobre el césped, se convirtió en un ida y vuelta que pudo caer para cualquier lado, pero que se resolvió con la misma falta de acierto que en los minutos precedentes.

Paco decidió que la baja de Advíncula por su expulsión de la semana anterior debía 'penalizar' a Alex Moreno, devolviendo a Tito a su banda natural y situando al extremo zurdo en el perfil defensivo que tantos quebraderos de cabeza han dado al equipo durante toda la temporada. Esa fue la primera gran modificación de un equipo que jugó con Mario, Medrán y Pozo por el centro, dejando las bandas para Embarba y Bebé. Enfrente, el Huesca, tan necesitado como los vallecanos, jugó con un planteamiento en el que parecía que le valía el empate y, salvo en el tramo final del partido, apenas se aventuró en ataque, siendo netamente inferior a los vallecanos.

El Rayo sentía la necesidad de ser protagonista en el partido y controlando el ritmo del partido iría poco a poco acumulando acercamientos al área oscense. El más claro terminaría con un remate de Pozo que se estrellaba en la base del poste de la portería de un Huesca que lo confiaba todo a la brega en ataque de Enric Gallego y el Chimy Ávila, que desesperaron a la grada con sus incontables caídas al suelo y sus posteriores protestas, intentando desestabilizar a un centro de la zaga formada por Abdoulaye y Gálvez, que estuvieron a buen nivel. El Rayo dominaba, el Rayo jugaba, el Huesca se defendía y así se iba consumiendo un partido que estaba claro que se iba a resolver por un marcador muy corto.

En la segunda mitad, y antes de que el cansancio general del Rayo empezar a hacer mella, los vallecanos siguieron siendo los protagonistas del partido. El Huesca había querido despertar en el tramo final de la primera parte, pero de nuevo volvían a sentir su inferioridad sobre el terreno de juego. Pese a todo, las llegadas del Rayo no eran lo suficientemente peligrosas como para evitar que el partido llegar hasta la fase definitiva con el empate que desniveló De Tomás. El ariete marcó, la grada lo celebró, la megafonía gritó el gol del delantero, la fiesta era total, pero todavía faltaba la guinda del VAR y, una vez más, fue desfavorable a los intereses del Rayo. Embarba había partido de posición adelantada en el inicio de la jugada y el gol no subía al marcador. Había que volver a empezar, había que reengancharse a un partido que hubiera cambiado radicalmente en ese momento. 

Los minutos finales fueron una locura, una ruleta rusa en la que ambos equipos se olvidaron del centro del campo, se olvidaron de defender, dejaron huecos a la espalda, llegaron tremendamente cansados y brindaron un espectáculo a la desesperada que pudo haber inclinado la balanza para cualquier lado. Un claro penalti cometido sobre RDT no sería señalado por el colegiado, ni revisado por el VAR, aunque sí muy protestado por una afición que, minuto a minuto, veía cómo el sueño de Primera se les escaba entre los dedos.

El empate final no vale al Huesca para soñar, el empate no sirve al Rayo para engancharse a la salvación. El empate final aleja a ambos de sus opciones de seguir un año más en la máxima categoría. Quedan quince puntos, otras cinco finales... pero el que más y el que menos ya da por cerrada una temporada que nos ha mantenido en la zona baja durante todo su desarrollo. El jueves, visita al Pizjuán para volver a creer que una victoria ante el Sevilla nos puede devolver la vida que nos quitó hoy el Huesca. Ser mejor, hoy no fue suficiente.