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AFICIÓN

Vallecas exhibe orgullosa un legado por el que seguir luchando

En PxR reivindicamos el legado de los que nos han traído hasta aquí

Escrito por Viernes, 11 Febrero 2022

    OPINIÓN. " El miércoles vivimos uno de esos momentos únicos en los que el tiempo parece detenerse, uno de esos instantes en los que la vida se centra en lo que sucede en un único lugar".

    La grada de Vallecas lució sus mejores galas en el partido de Copa del Rey ante el BetisLa grada de Vallecas lució sus mejores galas en el partido de Copa del Rey ante el BetisPasión por el Rayo

    OPINIÓN. El miércoles vivimos uno de esos episodios que en Vallecas trasladan el fútbol a su esencia, al sentimiento, al calor de la gente, a la realidad de un fútbol secuestrado que, por momentos, renace para devolvernos el sentido de algo que un día fue nuestro y que hace muchos años nos arrebataron para convertir en negocio y en millones (primero de pesetas -para los más mayores- y después de euros). Pero Vallecas sigue siendo ese 'reducto galo' que lucha contra las tropelías e intentos de derribo de unos 'romanos' que siempre salen escaldados de la aldea vallecana.

    Estoy seguro de que DOÑA Prudencia Priego no reconocería a su Rayo en casi nada de lo que es actualmente. Su Rayo era la máxima expresión de lo que supone honrar un deporte y representar un sentimiento. Su Rayo creció con el paso de los años para representar a un barrio y a una gente que durante décadas luchó contra otros mucho más poderosos. Su Rayo sobrevivió a todo y a todos. Ahora no queda casi nada de todo aquello. El negocio, las S.A.D., el dinero y las ansias de protagonismo desmedido de algún que otro personaje sórdido y triste han conseguido apagar casi todo lo que suene a romanticismo y sentido de pertenencia. El fútbol, esa vía de escape para muchos durante largos años, se ha convertido poco a poco en aquello que sucede cada siete días, o menos,  y que comentas durante un rato. Poco más.

    Pero como digo, todavía quedan honrosas excepciones. Hay un fútbol más modesto, como el que representa el Clapton FC en Inglaterra o como el Independiente de Vallecas (por poner un ejemplo mucho más cercano) y hay otro fútbol más profesional, como el que representa el St. Pauli en Alemania o el que reivindica la gente de Vallecas en su Rayo Vallecano, que todavía lucha por mantener viva la llama del legado de sus abuelos. No hay nada que identifique a los que mandan con lo que la gente del barrio reclama, al menos en nuestro caso, ahí radica el gran problema, pero su gente sigue luchando por recuperar el terreno perdido.

    Siendo este el contexto, cobra mucho más valor lo sucedido esta semana. El miércoles vivimos uno de esos momentos únicos en los que el tiempo parece detenerse, uno de esos instantes en los que la vida se centra en lo que sucede en un único lugar, entre los cuatro muros de ese añejo y descuidado estadio llamado "de Vallecas" (el estadio de Vallecas, sí, pero el club "de Madrid", terrible paradoja). Muchos seguidores del Rayo no pegaron ojo la noche anterior y los que lo hicieron, en general, durmieron con algo más de inquietud. La propia de momentos únicos e irrepetibles que te perturban todo el día. También hubo quien durmió a pierna suelta, seguro, soñando con ver a su Rayo coronarse. Fuera cual fuera tu caso, la mente estaba puesta en lo que estaba por venir.

    Estoy convencido de que hubo mucho y a muchos que recordar. A todas esas generaciones de rayistas que fueron pasando por esos cuatro muros y a los que hubiéramos acogido con sumo gusto cediéndoles un trocito de nuestro asiento para que nos acompañaran en un viaje tan emotivo como el que estábamos a punto de emprender. A los que un día os llevaron por primera vez al estadio, sin saber que aquello iba a provocar un cambio en vuestra manera de entender la vida. A los que os acompañaron cuando los disgustos pasaban por encima de vosotros y os aplastaban durante largos períodos. A los que dejaron su impronta rayista firmada en vuestro corazón para que os encargarais, de una manera o de otra, de honrarles haciendo lo propio con los que vinieron después o con los que estén a punto de llegar. Creo firmemente que todos ellos estuvieron presentes el miércoles entre esos cuatro muros y que disfrutaron tanto como tú y como yo al comprobar que, por mucho que pasen los años, la aldea vallecana sigue viva, luchadora y reivindicativa.

    Luego llegó aquello del fútbol, un tal Alvaro (un día Alvarito) que se hizo grande para dar un vuelco a nuestros corazones y un 'maldito' Panda que nos aguó la fiesta junto a su amigo William para hacer que la alegría no fuera plena. "Lástima el resultado, pero...", no os imagináis la cantidad de mensajes que he recibido en estos días conteniendo esta expresión u otra similar. Y en ese "pero" está resumido el orgullo de mi barrio, de mi gente, de sus antepasados, de sus hijos, primos y sobrinos... el orgullo de un barrio de Vallecas que se hace más grande cuando pierde luchando y peleando que cuando gana sin más, de un barrio de Vallecas que, una vez más, volvió a demostrar que lo importante no es el resultado, sino cómo representas lo que cargas a tu espalda.

    En marzo volverá de nuevo aquello del fútbol, y un tal Trejo y un tal Falcao y un Balliu, Comesaña, Oscar Valentín o Fran García para hacernos soñar. En marzo volverá a emanar el orgullo de una gente que, cuarenta años después, ha vuelto a unas semifinales de una competición importante y que no se quiere ir sin plantar cara en su último paseo por el Olimpo de los elegidos. Iremos a Sevilla y llevaremos con nosotros el orgullo de todos los que el miércoles estuvieron representando el legado de los suyos. La aldea de Vallecas es irreductible. Gracias por existir.

     
     

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