Una semana de pesadilla a nivel extradeportivo tenía que tener como guinda un final de pesadilla en lo deportivo. El Rayo Vallecano prolongó su mala racha en el estadio de Vallecas, que ya dura 252 días sin ganar, tras caer contra un RCD Mallorca tremendamente efectivo y que castigó cada error defensivo de los franjirrojos. Muriqi fue una pesadilla para la zaga rayista y si Ciss dio una lección hace 7 días de su polivalencia, en Vallecas quedó demostrado que los de la Albufera necesitan uno o dos centrales más en plantilla (además de otros fichajes) para afrontar la competición con garantías.

Apenas había pasado nada en el campo rayista cuando Muriqi hizo coincidir el 0-1 con la pañolada contra el palco. El fallo infantil de Ciss esperando la pelota en lugar de atacarla fue aprovechado por Dani Rodríguez que le sirvió el gol en bandeja a la cabeza del delantero. Un error tan incomprensible como algunas situaciones en la gestión del club franjirrojo que parece anclado en otra época.

Y como le sucede a la directiva rayista, el error no vino solo. El centrocampista reconvertido a central dejó pocos minutos después otro balón a placer del ariete bermellón que estuvo a punto de hacérselo pagar caro. Las buenas sensaciones de Cornellá - El Prat dieron paso al run-run en la grada tras los fallos del futbolista que está jugando alejado de su posición por falta de centrales sustitutos de los titulares. Y por decisión de Andoni Iraola, todo sea dicho.

Se podría decir que el 0-1 fue un premio al acierto de un Mallorca que decidió replegar velas y cederle todavía más protagonismo a un Rayo que no encontraba el camino a la portería de Rajkovic. Los automatismos por las bandas de Álvaro García y Salvi Sánchez permitían las llegadas pero faltaba el remate. Hubo que esperar hasta pasada la media hora para la primera gran ocasión franjirroja. El chut de Trejo, el mejor de la primera mitad, tocaba en Copete y se envenenaba camino a la portería. Y lo que cualquier otro día hubiera ido para dentro, hoy se estrelló en la base del palo izquierdo de Rajkovic.

Los vallecanos apretaban. Por una banda, por la otra, circulando por dentro con un Trejo descomunal al que el rival sólo podía parar con continuas faltas sin mayor castigo para desesperación de Iraola... Pero el muro mallorquinista daba al traste con las esperanzas del rayismo de empatar antes del descanso. El planteamiento de Aguirre había funcionado a la perfección y el Rayo tendría que sudar sangre en la segunda mitad si quería algo positivo.

Marcar pronto era fundamental y el equipo pagó la ansiedad de querer remontar antes de empatar. En una contra la pesadilla rayista de la tarde llamada Muriqi se la jugó en solitario topándose con Dimitrievski. Y menos mal. Porque si el delantero hubiera levantado la cabeza y puesto el balón al segundo palo el partido habría quedado casi sentenciado en el 48 en el mano a mano o en el 49 de chilena.

El dominio territorial franjirrojo era infructuoso y el guardameta normacedonio empezó a acumular trabajo en los minutos iniciales. Iraola intentó agitar el árbol desde el banquillo para hacer caer la manzana que la gravedad le había negado durante la primera hora de partido. Pero el premio iba a caer en el lado contrario. Balliu peinaba hacia atrás un balón en largo de Rajkovic y Kang in Lee ganaba la espalda de Ciss para hacer el 0-2.

El castigo a los fallos defensivos fue quizá excesivo viendo la propuesta de ambos equipos sobre el terreno de juego. Pero la lección también sirve en el fútbol: defendiendo bien, también se gana.