Quería el Rayo seguir con su racha de visitante. Quería el Rayo hacer olvidar cuanto antes lo sucedido hace una semana en Vallecas ante el Mallorca. Y quiso hacerlo pronto. Iraola tiró de 'manual' para componer un once inicial al que regresaba el sancionado Lejeune y en el que contaba con Oscar Valentín y Pathé Ciss para destruir y construir en el centro del campo. Además, con Isi en el banquillo recién recuperado de su lesión, Salvi Sánchez acompañaba a Alvaro en la faceta de percutir por banda, con Camello sustituyendo a Falcao en la punta de ataque.

En los primeros compases fue Alvaro el que tuvo las primeras opciones para haber roto el partido, pero superado el primer tramo, tanto Moi Gómez como Unai García se iban a encargar de 'asustar' a Dimitrievski, paradón incluido, a la defensa y a todo el rayismo con dos ocasiones claras. 

El partido había empezado movido, con dos equipos con intenciones de jugar y llegar y con oportunidades en ambas áreas. Partido abierto, rápido y entretenido en un estadio en el que los aficionados franjirrojos también se hicieron notar.

Alcanzado el ecuador de la primera mitad ya se podía hacer un primer balance de cómo marchaban las cosas. El Osasuna estaba más tranquilo y gestionaba mejor sus llegadas. El Rayo se precipitaba en zona de tres cuartos y no tenía la paciencia necesaria para ejecutar el fútbol que le gusta a su técnico. No había desplazamientos de lado a lado y el Rayo perdía con facilidad la posesión del balón.

Mientras el Rayo esperaba que Osasuna bajara el pistón, el conjunto navarro esperaba un error de la zaga vallecana para adelantarse en el marcador. Así iba pasando una primera parte en la que como era de esperar bajó el ritmo hasta tal punto de entrar en una fase más anodina y sin nada reseñable, mostrando un encuentro completamente diferente al vivido en los primeros minutos.

El Rayo no encontraba a Trejo, no había noticias de Camello y las bandas desaparecieron por completo. El descanso le debía venir mejor al Rayo que a Osasuna, que seguía jugando hacia adelante.

La segunda parte iba a arrancar con variaciones en el equipo vallecano. Salvi Sánchez se lesionó en los compases finales de la primera mitad, provocando que Iraola mirase al banquillo para decirle a Isi que había llegado su momento. El mago de Cieza reaparecía antes de lo esperado por la lesión de su compañero. Quedaba por ver si el único cambio que iba a presentar el choque en ese momento era el de un futbolista por otro, o si también cambiaban las tornas de un partido en el que el Rayo había ido desapareciendo por momentos.

Y hubo cambio, pero no el esperado por el Rayo. Osasuna acertó en la primera ocasión que tuvo, con una gran llegada de Darko por banda izquierda, centro atrás y remate certero de Aimar para adelantar a los rojillos. El partido se ponía mucho peor y pendiente de cualquier acción genial o errónea para solucionar la papeleta. El colegiado indicó penalti en una caída de Alvaro dentro del área, pero la revisión del VAR descubrió que el atacante vallecano pisó al defensor y no al contrario. Justicia del nuevo fútbol para dejar todo como estaba, pendiente de un genio o un villano.

Quedaba media hora para que el Rayo se enganchara a un partido que estaba feo y en el que había que jugárselo todo al ataque. Y jugar a la desesperada sólo llevaba a la desesperación. Así fue hasta que Lejeune, en una falta, pegó un zapatazo desde el pico del área para sorprender a todos y empatar el partido. Había llegado el genio más inesperado y el partido parecía entrar en una dinámica diferente.

Había costado tanto trabajo lograr la igualada que pocos entienden que en el último minuto Abde se paseara por el área y cediera a Rubén García para lograr el definitivo 2-1. El Rayo había acariciado un punto que, en el último suspiro voló, rompiéndose la dinámica positiva de puntos lejos de Vallecas.