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RAYO - ZARAGOZA

Partido vital en medio de una indefinición de campeonato

Los de Baraja cerrarán el año con los problemas deportivos, sociales y de otra índole, sin atisbo de solución a corto plazo

Escrito por Sábado, 17 Diciembre 2016

    En Vallecas se califica el partido con el Zaragoza de vital. El momento deportivo, los problemas sociales y la indefinición del proyecto, a examen para finalizar el 2016.

    El Rayo Vallecano está sumido en un debate interno y externo que puede terminar por consumirle a todos los niveles. Más allá de los resultados, el conjunto dirigido por Rubén Baraja sigue mostrando una alarmante falta de personalidad, fruto de la disyuntiva que provoca el estilo de juego de una plantilla, diseñada para una categoría y una forma de jugar, que todavía no se ha adaptado a su nueva idiosincrasia. El conjunto vallecano, que a grandes rasgos sigue siendo la herencia de Felipe Miñambres y Paco Jémez, aún no ha encontrado el camino para triunfar en la Segunda División y, tras el fracaso de José Ramón Sandoval, sigue sumido en un ida y vuelta continuo con un Rubén Baraja que sigue empeñado en hacer defender a quien nunca supo hacerlo, ni nació para hacerlo.

    El Rayo Vallecano cuenta con una plantilla de muy buenos futbolistas, para algunos la mejor, para otros una de las mejores, pero, sin duda, para la gran mayoría, una plantilla que debería estar mucho más arriba de lo que hasta el momento ha sido capaz de estar. Ahí vuelve a surgir el debate. ¿Es cuestión del estilo de juego? ¿Es porque los jugadores no se han adaptado? ¿Es que no son tan buenos jugadores como aparentan? ¿Es que la Segunda División es un mundo totalmente distinto a la Primera y el que desciende cae en un pozo sin fondo? Está claro que lo que le pasa al Rayo hoy en día es una mezcla de todas estas razones y alguna otra, de mayor calado y de mucha más profunda reflexión.

    El de este domingo es un partido vital. Así lo ha dicho públicamente el técnico y así lo reconocen en conversaciones privadas algunos de sus dirigentes. Vital es la palabra elegida para calificar un partido que puede suponer un antes y un después en el presente y el futuro del equipo. Muchos esperaban que ese cambio llegase en el Ciutat de Valencia, pero la forma de jugar en esta categoría le volvió a dar un revés al equipo. El Levante fue menos fiero de lo que aparentaba, pero fue igual de severo con las aspiraciones franjirrojas. Esto es la Segunda División y quien no termine de entenderlo va camino del fracaso más estrepitoso. Criticar al Levante por ganar 1-0, encerrarse en campo propio y seguir siendo líder indiscutible de la categoría suena a broma.

    El problema del Rayo no es solo que no juegue bien al fútbol, sino que nadie sabe a qué juega. No se sabía con Sandoval y tampoco, aunque ya empiecen a verse las líneas maestras de Baraja, se sabe con el nuevo entrenador. La base está clara, defender. El resto, todavía está por ver. Entre tanto, se han quedado por el camino jugadores como Comesaña, Lass, Zuculini o el mismísimo Piti, que mañana regresará a una convocatoria después de mucho tiempo ausente.

    El Rayo es de momento un bloque sin personalidad, sin un líder indiscutible y con una fragilidad fuera de lo común. Trashorras, que debía ser el jugador que tirase del carro, no está en su mejor momento futbolístico y la afición le achaca muchos de los males que tiene el equipo. Javi Guerra, que parece empezar a despertar, sufre en una Segunda División con equipos bien parapetados atrás y con escasez de metros en las zonas definitivas. Ebert, que por momentos ha sido uno de los jugadores más aguerridos de la plantilla, arrastra problemas físicos que le impiden tener continuidad y regularidad (aparte de no poder aguantar más de setenta minutos cada partido). Los jugadores de cantera han desaparecido por completo, manteniéndose únicamente y a duras penas el jovencísimo Fran Beltrán, pero sin Clavería, Joni Montiel, Akieme... Por contra, destacan en lo positivo la vuelta de Raúl Baena, que sin duda ha servido para revitalizar al grupo, y el resurgir de jugadores menos activos hasta el momento, como Diego Aguirre o Cristaldo (que ahora vuelve a un segundo plano tras la vuelta del de Torrox). 

    Con todo esto, el equipo vivirá ante el Zaragoza ese momento vital que le permitirá debatirse entre la lucha por la gloria o la pelea por la supervivencia. El rival, un Zaragoza tan irregular y poco optimista como los vallecanos, también cambió de entrenador buscando un revulsivo que todavía no ha encontrado, y llegará a Vallecas con la intención de dar un golpe sobre la mesa para situar a los maños en la carrera por los puestos más altos.

    Para intentar doblegar al cuadro zaragocista, Baraja contará con Gazzaniga, Lucho; Quini, Amaya, Dorado, Zé Castro y Rat; Baena, Trashorras, Cristaldo, Fran Beltrán, Diego Aguirre, Alex Moreno, Embarba y Piti; Manucho, Miku y Javi Guerra, quedándose fuera los lesionados Ebert y Nacho.

    El ambiente, clave en el futuro del club

    La afición siempre es un punto fuerte en cada partido del Rayo y últimamente ha tomado partido 'contra' algunos jugadores (como Gazzaniga o Trashorras) y 'con' algunos otros (como Manucho, Baena, Fran Beltrán...). Además, los "Presa, vete ya", siempre presentes en los enfrentamientos de los franjirrojos, escenifican muy a las claras la actual situación social de la entidad. Y por último, la decisión de la coordinadora de seguridad, Rosario Laperal, de prohibir los tifos del fondo de Bukaneros por la utilización de materiales no ignífugos para la confección de los mismos, ha terminado por encender la mecha que no necesitaba Vallecas para convertirse en una olla en ebullición.

    Así las cosas, si el fútbol toma el relevo y consigue enganchar a la grada, algunos de los problemas restantes podrían pasar a un segundo plano, pero si este equipo no es capaz de convencer a sus seguidores, lo que se puede vivir mañana en el Estadio de Vallecas puede llevar al club al precipicio en su última aparición pública en el 2016, un año que nació con el club en Primera y que puede morir con el mismo más cerca de Segunda B que de un ascenso cuya única mención ya provoca sarpullidos en algunos de sus más fieles seguidores.

     

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