Opinión. En la columna de esta semana no voy a hablar del Rayo, aunque también le mencione en algún momento. Hoy vengo a posicionarme sobre el tema del día, el desgraciado y lamentable tema del día. Lo sucedido ayer en Mestalla es vergonzoso, es asqueroso.

Vaya por delante que Vinicius es el tipo de futbolista que menos me gusta. Que provoca y cae en la provocación, que gesticula, que se pasa el partido hablando con el árbitro, con los rivales, con la grada… no me gusta, pero nada más.

Lo que pasó ayer en Valencia es el claro ejemplo de un fútbol podrido, de un fútbol en el que cualquiera puede decir lo que le dé la gana sin que le pase nada. Un fútbol que, para vergüenza de los que se llenan la boca con España y la patria madre, representa a una sociedad en la que, por desgracia, últimamente, vuelven a aflorar comportamientos, actitudes y tendencias que hace tiempo deberíamos haber erradicado por completo y que, visto lo visto, no hemos hecho.

Insultar a una persona, no digo un futbolista o un deportista, digo a una persona, por el color de su piel o por su raza me hace pensar que hay quien no ha evolucionado con el paso del tiempo y no lo va a hacer nunca. Hay que acabar con ellos, hay que arrinconarlos, hay que evitar que lancen sus proclamas, sus berridos y sus insultos. Y eso es algo que tenemos que conseguir entre todos los que odiamos el racismo y los que queremos la máxima integración de la gente, independientemente de su cultura, de su país de origen, de su religión o su creencia política, salvo cuando esta incluye el racismo entre su ideario, por supuesto.

Llamar 'mono' a una persona, llamar 'p* negro' a una persona, gesticular y hacer soniditos ofensivos es denunciable, perseguible y espero que sirva de ejemplo para que al siguiente que piense hacerlo se le quiten las ganas. Ojalá.

Es curioso que la única vez que unos futbolistas se negaron a seguir jugando un partido fue por llamar nazi a un supuesto nazi. Es curioso que la única vez que se suspendió un partido fuera en Vallecas, precisamente un lugar en el que su grada se proclama antirracista y cada año celebra sus jornadas antirracistas. Es curioso que ni en Cornellá con Iñaki Williams, ni en Mestalla con Vinicius, los jugadores decidieran no seguir jugando, el árbitro decidiera seguir con el partido adelante y Laliga no actuara para paralizar un espectáculo bochornoso y lamentable, tanto en la previa como en el momento en el que parte de una grada insultó a Vinicius de forma tan grave.

En Vallecas el Rayo y sus futbolistas se posicionaron frente a su propia afición y les criticaron. En Valencia, el club defiende a su afición y dice que perseguirá a los culpables. Siempre se quedarán cortos, pero hay una gran diferencia.

Al final, lo que me queda es que en el tema del racismo tenemos mucho camino por recorrer en este país. El fútbol está podrido y si los primeros actores no actúan, hay poco que hacer. Acabemos de una vez por todas con esta basura, somos muchos más y acabaremos con ello. Seguro.