Hablar de fútbol ante la delicada situación que atraviesa el Rayo Femenino resulta hasta incómodo. No porque el Rayo Femenino no lo haga bien, que lo hace pese a los resultados, o porque la clasificación nos demuestre que lo que hace no es suficiente, ni de lejos, para albergar esperanzas. No. Hablar de fútbol cuando se trata del Rayo Femenino es agresivo cuando se analiza la totalidad del día a día de este equipo. El Rayo Femenino sigue luchando contra viento y marea, contra el viento de una complicada situación deportiva y contra la marea de una insoportable situación de puertas para adentro.

El Rayo Femenino está herido de muerte y sus futbolistas se rebelan contra ello. En ese vestuario hay muchas futbolistas que sienten ese escudo y esos colores tanto o más que muchos aficionados del Rayo, pero eso no es suficiente, ni para solucionar lo deportivo ni, por supuesto, para pensar que pueda servirles de algo en su relación con el que maneja el barco vallecano, un barco que en el fútbol femenino va a la deriva. Hoy, una vez más, el presidente del Rayo no estuvo presente en el palco de Vallecas (tampoco se le esperaba), estuvo Jose María Sardá, que es el único que aparece de vez en cuando para esto llamado fútbol femenino. Hoy, el presidente del Rayo volvió a negar a sus jugadoras la posibilidad de contar con invitaciones para sus familiares, que tuvieron que pasar por caja para 'regocijo' de quien espera que la deficitaria "sección" pase cuanto antes a ser parte de la historia, como en su día fuera la sección de béisbol, por poner un ejemplo.

El Rayo Femenino luchó ante el Betis, fue mejor que el Betis en el cómputo general, tuvo más manejo del juego que el Betis y más ocasiones que el Betis, pero en el fútbol se premian los aciertos y se penalizan los errores y el Rayo tuvo poco de los primeros y varios de los segundos, y el Betis fue demoledor en esa faceta. Un error en la salida del balón desde atrás y un remate aprovechando la endeblez defensiva de las de Quejigo finiquitaron un duelo en el que el Rayo, por merecimientos, no debió haber caído por 0-2. El fútbol, ese del que tanto cuesta hablar, fue esquivo una vez más. La realidad es una auténtica losa que recae sobre las espaldas de unas futbolistas que siguen aguantando los desplantes y las decisiones arbitrarias de aquel que decide que quien quiera invitaciones que se las gane. Como si la historia fuera algo escrito sobre un trozo de papel mojado, como si la historia fuera algo a lo que dar la espalda.