Opinión. Hoy es un día raro, muy raro. El primero con el Rayo en Segunda División de nuevo, el primero después de un año desastroso en el que no ha funcionado nada. El estadio y sus obras, un desastre; el nivel de la plantilla, muy por debajo de lo esperado; el cambio de entrenador; el VAR; la estrategia y los errores defensivos… ¡¡hay tanto que analizar!!

Pero hoy quiero hablar de dos cuestiones: de la institución por un lado y de la afición por el otro.

El club no ha aprendido nada en todos estos años. Desde la época del concurso, desde la etapa de jugadores encerrados y amagando con no jugar por impagos, desde la llegada de Raúl Martín Presa, el club no ha crecido, ha jugado muchos años en Primera División, pero no ha crecido. Su músculo institucional es mínimo, limitado, reducido. La estructura del Rayo desde dentro es una auténtica ruina, solo se mira al césped, solo se mira a los futbolistas, pero no se crece de puertas para adentro. Los departamentos, si los hubiera, porque son personas y no departamentos, no crecen, no mejoran, falta un crecimiento profesional a todos los niveles.

Sirva como ejemplo que el enlace con la afición, una figura que, desde mi punto de vista, debería ser vital, ha sido el director general, Luis Yáñez, y ahora lo es el Jefe de Prensa, Fernando López. Además, su función siempre queda limitada a cero, porque todo lo controla, lo maneja, lo decide y lo gestiona el presidente. Así no hay manera.

Si no delegas, si no funcionas como una empresa en la que cada cual es responsable de su parcela, si no tratas lo que gestionas con el cariño y respeto debidos, ocurre lo que ocurre, que pasan los años y cualquier equipo con visión de futuro te pasa por la derecha. La estructura del Rayo es mejorada por muchos equipos de categorías inferiores a nivel de oficinas, a nivel de gestión de marca, tener una tienda decente, un estadio decente, una ciudad deportiva decente, un “cualquier cosa” decente.

Hay tanto que mejorar que me parece indispensable empezar de cero, cambiar la visión, crecer y mejorar, aunque soy muy pesimista al respecto.

Por otro lado, está la afición. Siempre hemos demandado un mejor trato hacia la gente del Rayo, un mayor cuidado del gran activo de este club. Siempre hemos demandado entender lo que se tiene entre manos, entender que Vallecas es diferente a cualquier otro club, a cualquier otra entidad deportiva. No digo mejor ni peor, digo diferente, luego cada uno tendrá su opinión.

Creo que no cuidan a la afición por una simple cuestión: lo consideran un valor seguro. Les ha llegado gratis y así seguirá siendo. Esta afición es exigente, es bulliciosa, es reivindicativa, pero es fiel, muy fiel, y con esto lo tienen todo hecho. No necesitan más.

Si hay 350 entradas para el Levante, se agotan en 24 horas; si hay que viajar en lunes o viernes, ahí están; si hay que apoyar a muerte aun siendo carne de Segunda, estos no se bajan del barco.

Quiero cerrar esta columna mandando un fuerte abrazo a toda nuestra gente, a la que sufre y disfruta con su Rayo, a la que este año no ha podido enamorarse del juego de su equipo, a la que, pese a todo, grita con orgullo eso de “te quiero Rayo”, a los que están deseando renovar su abono, a los que un día se debería homenajear sin un atisbo de duda, a vosotros, a todos vosotros que sois el verdadero Rayo y os merecéis un club mejor, una entidad que os represente y un Rayo del que sentirse más orgulloso todavía.

Siento que la entidad no esté a la altura de todos vosotros y pido humildemente perdón por esto y por todos los errores que nosotros, como medio independiente, humilde y único, hayamos podido cometer. Sé que volveremos, y me gustaría poder decir que lo hacemos mucho más fuertes y más grandes que hoy.

No quiero olvidarme de la familia de Jorge, el niño que nos dejó esta temporada, ni de Iker y sus padres, que siguen luchando contra su enfermedad y de tantas y tantos rayistas que hoy tienen una razón mucho más importante por la que llorar que un descenso a Segunda. Un fuerte abrazo para todos, de corazón.