El más difícil todavía. Así será el final de temporada para el Rayo Vallecano si quiere lucir el parche de alguna competición europea el próximo año. Los rayistas se complicaron la existencia dejando escapar los 3 puntos de su estadio ante un Espanyol que peleó por aferrarse a primera división con uñas y dientes. El hambre por evitar el descenso pudo más que la ambición por llevar la franja por el viejo continente. Solo una machada digna de recordarse podría llevar al Rayo de Iraola al séptimo puesto tras un mal encuentro.

Arrancó el conjunto franjirrojo como anestesiado. Confiado de que tarde o temprano la superioridad de su juego y los nervios del rival fueran a darle una victoria cómoda en el estadio de Vallecas. Pero eso rara vez sucede salvo que seas uno de los transatlánticos de la Liga. Raúl de Tomás era el más activo de los de Vallecas. Se movía, recibía, jugaba de espaldas o al espacio, disparaba y volvía a disparar. Pero no llegó su premio.

Sí lo hizo para el Espanyol que con las líneas replegadas atrás buscaba rápido a los vallecanos a la contra. Joselu se encontró con Dimitrievski en la primera pero Darder iba a batir al normacedonio en la segunda de los periquitos justo al borde del ecuador de la primera mitad. El balón suelto en el área tras un despeje fallido de Ciss lo aprovechó el 10 blanquiazul para encontrar el 0-1 con disparo cruzado y raso.

Más por empuje que por fútbol el Rayo Vallecano se lanzó a apretar a su rival para intentar forzar sus debilidades. Y una inocente mano de Óscar Gil le iba a permitir irse al descanso con empate. Porque Raúl de Tomás no desaprovechó la oportunidadde recordar que su nombre no puede ser borrado marcando desde los 11 metros. El 1-1 no desalentó a los catalanes que en un córner estuvieron a punto de volver a ponerse en ventaja. El cabezazo de Sergi Gómez lo sacó el cancerbero rayista sobre la línea.

Bajo un intenso aguacero llegábamos al descanso de una primera mitad en la que fueron los locales los que pusieron las ganas y el fútbol entrando por bandas y jugando entre líneas con un omnipresente Trejo. Pero el Espanyol había avisado de que no pensaba desaprovechar uno de sus últimos salvavidas. Máxima tensión con todo en juego para los dos equipos.

El descanso pareció reactivar a los dos equipos. Porque en apenas 5 minutos estuvimos a punto de ver tres goles. En los franjirrojos, Santi Comesaña pecó de generosidad tras regatear al portero y en lugar de disparar a portería intentó asistir a Trejo. En los de Cornellá-El Prat, primero Puado de cabeza y luego Nico Melamed de potente disparo de la frontal pusieron a los vallecanos con el corazón en la garganta.

Los ataques se imponían a las defensas y seguían cayendo ocasiones para uno y otro bando. Isi falló la más clara. Una de esas en las que solo hay que empujarla. Pero su remate se fue a las nubes cuando el rayismo ya cantaba el gol de la remontada.

Y lo que es fútbol: del 2-1 pasamos al 1-2 en cuestión de segundos. Robo de Darder en línea de tres cuartos, balón a Nico Melamed que embocaba a portería aprovechando el rechace al palo. Quedaba media hora por delante para coger el último tren a Europa o despedirse de un gran año.

Pero los blanquiazules, hoy de rosa fosforito, supieron cerrar el encuentro. Encontronazos, pérdidas de tiempo, protestas, cambios... Poco o nada se jugó de unos minutos finales que no iban a cambiar el marcador. Y eso que Puado tuvo la sentencia en sus botas en un mano a mano con Dimi. El 1-2 fue definitivo.